Escrito por: Lucía Peinado Publicado: 25/11/2025
Te voy a contar algo que sorprende mucho en consulta:
las bacterias de tu intestino pueden influir en si te sientes relajado, ansioso, motivado… o completamente al revés.
Sí, así como lo lees. Trillones de microorganismos que viven en tu intestino participan en decisiones clave de tu bienestar emocional y mental. Y cuando ese ecosistema se desequilibra, lo notas tú… y lo nota tu cerebro.
Pero antes, vamos por partes.
La microbiota —lo que antes se llamaba “flora intestinal”— es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro cuerpo. Y aunque suene simple, tienen un papel protagonista en nuestra digestión, nuestra inmunidad e incluso en nuestra energía y estado de ánimo.
Empezamos a desarrollarla desde el vientre materno, pero es a partir del nacimiento cuando empieza a formarse y cambiar. A lo largo de la vida va variando según factores como:
Por eso, nunca hay dos microbiotas iguales. Cada persona tiene la suya… como una huella intestinal.
Aunque parezcan órganos independientes, intestino y cerebro están más unidos de lo que imaginamos. Se comunican constantemente a través del eje intestino-cerebro, una especie de autopista de doble sentido por la que se mandan señales constantemente.
Gracias a esa conexión, lo que sucede en tu intestino puede influir en tu estado emocional, tu claridad mental, tu respuesta al estrés y hasta en tus decisiones alimentarias.
Cuando la microbiota está equilibrada, esta comunicación es fluida, sin embargo, cuando hay disbiosis —es decir, un desequilibrio en ese ecosistema— el mensaje se distorsiona… y lo notas tú.
Es la vía más directa. Las bacterias intestinales liberan sustancias que activan este nervio, enviando mensajes que pueden modificar tu estado de ánimo o tu nivel de calma.
El 70–80 % de nuestro sistema inmunitario está en el intestino. Si la microbiota se altera, el cuerpo puede liberar sustancias inflamatorias que llegan al cerebro y afectan cómo pensamos y sentimos.
La serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”, ; la dopamina y el GABA también dependen de nuestras bacterias intestinales. Por eso, cuando la microbiota está alterada, también pueden alterar nuestras emociones, la motivación, el sueño y la calma.
Esto sorprende mucho: la mayoría de los neurotransmisores no se fabrican en el cerebro… sino en el intestino.
Cuando la microbiota está alterada, la producción de estas moléculas cambia… y tu estado emocional también.
La microbiota produce sustancias como los ácidos grasos de cadena corta (butirato, propionato, acetato), que pueden llegar al cerebro, protegerlo de la inflamación y mejorar su función.
Y también influye en hormonas como:
Por eso, un intestino desequilibrado puede afectar tanto a tu estado emocional como a tu relación con la comida.
Sí. Y no solo desde la alimentación, pero la alimentación es una de las vías más potentes.
Nutren a tus bacterias buenas como avena, plátano, espárragos y legumbres
Ayudan a diversificar y reforzar tu microbiota: yogur, kéfir, chucrut, kambucha y kimchi
Tienen efecto antiinflamatorio y benefician al cerebro: pescados grasos (azules), semillas (chía, sésamo, lino) y nueces.
Favorecen la expansión de bacterias menos beneficiosas que pueden influir negativamente en tu energía, tu digestión y tu estado de ánimo.
Tu intestino habla con tu cerebro más de lo que imaginas. Y lo mejor: puedes influir en esa conversación.
Si cuidas tu microbiota, puedes sentirte más ligero, más estable emocionalmente y con más energía. Si la descuidas, tu cuerpo —y tu mente— empezarán a enviarte señales.
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